El rayo que cayó sobre Alicante el viernes hubiera iluminado 135 viviendas de la ciudad todo un día
El rayo que sobresaltó a buena parte de los vecinos de Alicante durante un segundo a las 16.27 horas del pasado viernes cayó con una intensidad de 272.000 amperios, cantidad que hubiera representado, si se contara con infraestructura para almacenar la energía eléctrica, el consumo eléctrico de 4.050 personas de Alicante en un día.
El rayo, cuyo intensidad se considera media-alta, generó unos 162.000 kilowatios de potencia, la misma que consumen 135 viviendas (cuatro habitantes) durante un mes, según los cálculos realizados fuentes el Instituto de Geografía y del Colegio de Ingenieros Industriales. Cada hogar de la provincia consume una media de 40 kilowatios diarios, por lo que 4.000 personas, o uno de los municipios pequeños de la provincia, hubieran tenido gratis suministro eléctrico gracias un rayo que duró tan sólo un segundo. Sobre la intensidad del estruendo, desde el Centro Zonal de Meteorología apuntaron ayer que «cuando el rayo cae cerca no suena el típico retumbar que dura varios segundos, sino una gran explosión».
En el mundo se producen unos cien rayos cada segundo y la intensidad de las corrientes eléctricas ocasionadas por los rayos varía entre los tres mil y los quinientos mil amperios, por lo que la intensidad del que cayó sobre la ciudad fue de los considerados «de una intensidad media-alta», según explicaron desde el Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.
Como curiosidades, un rayo del tipo del que cayó sobre la ciudad de Alicante - ayer se especulaba con la posibilidad de que hubiera caído en un pararrayos del centro urbano, de hecho se fue la señal de televisión durante unos minutos - puede calentar la atmósfera circundante a temperaturas de 30.000 grados centígrados. En España sigue muriendo una media de 12 personas al año por el efecto de estos fenómenos metereológicos y en nuestro país la red de detección de rayos registra una media de un millón de estas descargas al año.
La tormenta «veraniega» que dejó una media de diez litros de lluvia por metro cuadrado en la provincia el pasado viernes es muy poco frecuente a finales de noviembre, cuando ha desaparecido el riesgo de gota fría, según Climatología.
Fuente:www.diarioinformacion.com
El rayo, cuyo intensidad se considera media-alta, generó unos 162.000 kilowatios de potencia, la misma que consumen 135 viviendas (cuatro habitantes) durante un mes, según los cálculos realizados fuentes el Instituto de Geografía y del Colegio de Ingenieros Industriales. Cada hogar de la provincia consume una media de 40 kilowatios diarios, por lo que 4.000 personas, o uno de los municipios pequeños de la provincia, hubieran tenido gratis suministro eléctrico gracias un rayo que duró tan sólo un segundo. Sobre la intensidad del estruendo, desde el Centro Zonal de Meteorología apuntaron ayer que «cuando el rayo cae cerca no suena el típico retumbar que dura varios segundos, sino una gran explosión».
En el mundo se producen unos cien rayos cada segundo y la intensidad de las corrientes eléctricas ocasionadas por los rayos varía entre los tres mil y los quinientos mil amperios, por lo que la intensidad del que cayó sobre la ciudad fue de los considerados «de una intensidad media-alta», según explicaron desde el Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.
Como curiosidades, un rayo del tipo del que cayó sobre la ciudad de Alicante - ayer se especulaba con la posibilidad de que hubiera caído en un pararrayos del centro urbano, de hecho se fue la señal de televisión durante unos minutos - puede calentar la atmósfera circundante a temperaturas de 30.000 grados centígrados. En España sigue muriendo una media de 12 personas al año por el efecto de estos fenómenos metereológicos y en nuestro país la red de detección de rayos registra una media de un millón de estas descargas al año.
La tormenta «veraniega» que dejó una media de diez litros de lluvia por metro cuadrado en la provincia el pasado viernes es muy poco frecuente a finales de noviembre, cuando ha desaparecido el riesgo de gota fría, según Climatología.
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